viernes, 16 de enero de 2009

Desmadre bajo el Sol, aunque sea bajo cero. (Ni aprendimos, ni queremos)

Sr. Director,

La situación creada por la crisis financiera mundial y sus consecuencias económicas se han convertido en un sainete al estilo de aquellas historias de Rinconete y Cortadillo. Y no solo a nivel Ibérico. Me explicaré brevemente: los mismos que han originado la tremenda crisis, por acciones poco éticas, u omisiones tan culpables como quienes han actuado de mala fé, en provecho propio, contra toda lógica y sentido común, resulta que se han convertido en salvadores de la Humanidad. Han pasado de reos a jueces; de villanos a nobles; de plebeyos a patricios. Y todo ello sin despeinarse. En technicolor y con abundante gomina y colorete para “dar bien” en la caja tonta, la mágica creadora de héroes y villanos, como por arte de encantamiento.

Salvo contadas excepciones nadie se ha arrepentido de sus desmanes ni proclamado su propósito de la enmienda; a saber: políticos, banqueros, empresarios, directivos de los cientos de empresas públicas tanto estatales como autonómicas (chaebols, en la terminología japonesa?), asesores y consejeros "masterados", de muchas campanillas, pero con experiencia más bien escasa de la vida real, cuya principal ocupación ha sido, en el Sector Público, cortocircuitar y aislar a los funcionarios para hacer y deshacer a su antojo repartiendo decenas de millones de euros en proyectos cuyo importe mínimo tenía que ser un par de cientos de miles, y de los cuales se han quedado en el camino una buena parte “para la causa”. Gente de alto copete, coche oficial y mucho crédito, que pese a la prevista y confirmada bajada de la inflación, y a la galopante recesión, no han tenido la mínima dignidad ( prefiero el término "vergüenza torera") para rebajarse sus abultados salarios, primas y gabelas, aunque el resto del Pais, los que vamos a pie, transporte público, o coche particular no podamos seguir adelante ni queriendo.

Pues avisados quedamos, porque como esto no ha hecho más que empezar, ya se les ha pasado el plazo para poner sus cuentas en orden, y lo que vaya a venir se lo tendrán bien merecido.

Y ahora sigamos disfrutando de los penosos programas de televisión que, salvo muy honrosas excepciones, no hacen sino exacerbar los peores sentimientos de los habitantes de la piel de toro (antes conocidos como españoles) manteniendo abierto permanente el binomio cainita. ("¡Y tú, más!")

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